El Campo y su Historia
El 11 de julio de 1948 fue creada la
Sociedad Rural de Tres Arroyos, entidad destinada a cumplir un relevante papel
como representativa de un amplio sector ruralista del distrito, con
participación en numerosas actividades de índole comunitaria, pero
especialmente en aquellas entidades que propugnan un mejoramiento permanente de
la situación del hombre de campo.
Su sede histórica se ubicó en la
avenida Moreno 420, lugar donde durante años se desarrollaron actividades
trascendentes, lo mismo que su amplio predio de exposiciones ubicado en rutas 3
y 228.
En este último lugar no solo se
cumplen las habituales exposiciones pecuarias e industriales, sino que también
ha sido escenario de asambleas trascendentes que han excedido la importancia
estrictamente local.
El lugar ha sido objeto de mejoras
permanentes con instalaciones permanentemente adecuadas a diversos
requerimientos y dotándolo de comodidades acordes con las crecientes
actividades.
La entidad también contó con un predio
destinado a la realización de remates feria en la avenida Libertad 1600, lugar
donde históricamente se hacían actividades de compra venta de hacienda para
Tres Arroyos y la región.
Oportunamente se introdujeron allí
mejoras importantes, incluyendo instalaciones para lavadero de camiones.
La Sociedad Rural de Tres Arroyos
atendió, antaño, al Instituto de Servicios Sociales para las Actividades
Rurales y Afines, ISSARA, y también allí funcionó el Laboratorio Regional de
Diagnóstico de SELSA, hoy SENASA.
Ha participado y participa en otras
entidades desarrollando en todos los casos una actividad efectiva en los
ámbitos que le toca actuar.
De tal manera cuenta con delegados en
la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa, CARBAP; lo
hizo en la Comisión Zonal de Entidades Agropecuarias; en la subcomisión de
Defensa Agropecuaria; en la cooperadora de la Chacra Experimental de Barrow; en
el Consejo Cooperativo de Extensión Agropecuaria del INTA; y tenía
representantes en la comisión organizadora de la Fiesta Provincial del Trigo.
Puede ser muy extensa la nómina de
personas que han ocupado funciones directivas en la entidad pero es bueno
recordar que su representante, el señor Carlos Vassolo llegó a ocupar la
vicepresidencia de CARBAP.
Si se repasa el listado de sus
dirigentes a través de los años, podrán encontrarse nombres muy emblemáticos
vinculados al quehacer histórico de Tres Arroyos en instituciones diversas.
A principios de la década del 70 se
lanzó al mercado Metalúrgica Tres Arroyos, instalada en el local de Pringles
850, por iniciativa de los señores Rubén Urbina y Juan Carlos Ferex.
Se producían allí equipos para
fumigación terrestre y la plataforma girasolera, y la penetración de estos
productos fue de continuo crecimiento abarcando distintas zonas del país,
incluyendo el sur.
En este caso particular en función de
un producto de uso masivo en aquellas latitudes como lo era la máquina
esquiladora.
En consecuencia la influencia de la
empresa comprendía las provincias de Buenos Aires, La Pampa, Río Negro,
Neuquén, Chubut, Santa Cruz llegando
incluso hasta Tierra del Fuego.
Sin embargo la iniciación concreta de
actividades se había producido con la elaboración de un cargador de semillas
para sembradoras.
Además se hacían trabajos por encargo
de terceros, hasta que la empresa fue tomando su propia característica con la
producción de aquellos elementos mencionados al principio.
Tras el lanzamiento de las
esquiladoras, también se produjeron tanques para combustibles, carros para
carga, y carros graneros de 4 y 7 toneladas.
Todo este proceso relatado debió ser
acompañado por un progresivo equipamiento de maquinarias e implementos
específicos acorde con los avances tecnológicos y las exigencias de producción.
Por ejemplo, la construcción de los
carros graneros obligó a la incorporación de una guillotina de 90 toneladas y
una plegadora de la misma capacidad.
Desde el año 1949 la firma Dibbern SA
actuó en Tres Arroyos como agente de las cosechadoras Senor, una marca pionera
en los adelantos técnicos específicos.
Es un detalle interesante si se tiene
en cuenta que la empresa nació ese mismo año, y la conjunción se tradujo en una
consolidación acompañada de un fuerte prestigio.
Posteriormente sobrevendría una
ampliación a prácticamente todo tipo de maquinaria agrícola, actuando en el
local de avenida San Martín 692 donde se atendía a una amplia clientela de toda
la región.
Sin embargo al lanzamiento de la
empresa se funcionó en un local ubicado en 25 de mayo 401.
Integraron la firma los señores José
María Dibbern y Santos Briscioli. Posteriormente se incorporó como socio el
señor Harald Hansen, quien se retiraría en el año 1969.
La nueva constitución societaria
incluía como vicepresidente al señor Edgar Nelson Grappasonno, mientras que la
titularidad siguió a cargo del señor Dibbern.
La empresa inició su funcionamiento el
7 de octubre de 1970 y rápidamente inicio un fuerte proceso de crecimiento,
ocupando un local propio ubicado en San Martín 920.
Los responsables de la firma eran
Pedro Romaniuk, Roque y Pedro Conese.
El rubro fundamental operativo de la
empresa se refería a la actuación como concesionaria de las cosechadoras
Rotania, aunque también se prestaban servicios de reparación de cosechadoras y
distribución y venta de repuestos y máquinas usadas.
Rápidamente se avanzó también en un
proyecto de fabricación de maquinarias diversas, como motoniveladoras,
autohileradoras, picadoras de forrajes, etc.
Inicialmente se había operado en la
venta de repuestos de cosechadoras RYCSA, y reparación de las mismas, hasta que
en abril de 1977 se incorporó la distribución de las cosechadoras Rotania, sin
abandonar la antigua actividad.
Recordemos que la fábrica de
Sunchales, en Santa Fe, fue la primera en producir cosechadoras automotrices,
incluyendo la pionera creación del rastreador que suprimió las lonas en la
alimentación del cilindro.
También fue precursora en la adopción
de la plataforma caracol; en el desarrollo del variador para la cosechadora a
nivel mundial y en adoptar la cabina como equipo de norma para las cosechadoras
del país.
Rotania también fue pionera en el
desarrollo del uso de la tolva integral, que embolsaba a voluntad, clasificando
o sin clasificar.
De tal modo Agro Servicio SRL actuó
como distribuidor de estos productos en toda la región.
Las actividades de la empresa se
inician en el año 1962 y se dedicó a una amplia gama de servicios,
especialmente agronomía, cereales y administración de campos.
Se trató de una organización cuyo
objetivo fue poner al alcance del productor agropecuario los servicios de
asesoramiento técnico, distribución de productos y apoyo a las actividades
comercializadoras que se pudieran plantear según los requerimientos del sector
rural.
Para ello contó con profesionales de
las ramas específicas y también una capacidad propia de almacenamiento de 2400
toneladas distribuidas en la ciudad de Tres Arroyos y en la localidad de San
Mayol.
Con asiento en Quintana 85, los
responsables de su conducción fueron, como presidente Juan Carlos Volante; y
como directores el ingeniero agrónomo Aníbal Echegoyen y el señor Carlos Irujo.
También brindó asesoramiento
veterinario a través de un convenio de asociación con la veterinaria “El
Cimarrón” del doctor Julio Alfonso Ruiz, quien atendía en el mismo lugar de la
calle Quintana.
Los requerimientos permanentes al
respecto determinaron que también se incorporaran servicios de transporte de la
mercadería emergente de la producción agropecuaria.
En este caso, se operó a través de un
convenio con los asociados Anderberg, Lacha y Cía. SRL.
Los directivos de la Organización
Técnica Rural interpretaron el momento de su desarrollo con la necesidad de
cubrir el ciclo completo de la atención del sector, de modo que se preocupó por
contar con técnicos agrónomos y veterinarios, como así un departamento de
cereales provisto con elementos necesarios para los análisis correspondientes,
además de depósitos y planta de silos.
Por ello se actuó en la región, pero
especialmente en el distrito de Tres Arroyos.
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La firma tuvo su nacimiento en julio
de 1942 en un local ubicado en Maipú 37, por iniciativa del señor Pablo
Christoffersen.
En el año 1959 quedaron al frente de
la empresa quienes hasta ese momento actuaban como empleados de la misma: el doctor
Horacio Daguerre y los señores José Eduardo Pérez y Hugo Dalsgaard.
Los dos últimos mencionados
continuaron por décadas al frente de la firma que habilitó su propio local en
la avenida Moreno 798, esquina Suipacha, lo que ocurrió a mediados de 1978
No hace mucho tiempo la estructura fue
vendida, pero por años los apellidos de Pérez y Dalsgaard estuvieron adosados
de manera intensa con la denominación de El Agropecuario.
Sin embargo también tenía
participación en la empresa tras su incorporación, el doctor José María
Cantisano.
Esta razón social comenzó a funcionar
en 1970 sosteniendo la premisa inicial de atender los rubros veterinaria,
agronomía, haciendas y lanas.
La asesoría veterinaria estaba a cargo
de Cantisano, mientras que la asesoría agronómica fue desarrollada durante
mucho tiempo por los ingenieros Ernesto Friederichs y Domingo Masiggoge.
Como encargado de lanas y haciendas
operaba el señor Jorge Sequeira con el apoyo de los señores Humberto
Jaureguibehere, Julio Pérez y Joaquín Pigueiras.
La firma actuó como representante para
la venta y distribución de marcas reconocidas como Rosenbusch en agroquímicos;
semillas Dekalb; agroquímicos Basf y la exportadora de lanas UNILAN SA.
También se impulsó la incorporación en
la región de las sembradoras neumáticas, que por entonces se consideraba un
implemento de novedosas características y bondades comprobadas pero que recién
se experimentaba a campo en los establecimientos rurales de la zona.
La Cooperativa Agrícola Limitada de
San Mayol fue fundada el 15 de setiembre de 1932 y desde ese momento fue
expandiendo su labor hasta cubrir una amplia gama de servicios para un creciente número de productores que
operaban en su zona de influencia, una de las más importantes dentro de la
región agrícola.
Su capacidad de almacenamiento llegaba
por
En San Mayol contaba por entonces con
4 mil toneladas en dependencias propias y 6 mil toneladas más en instalaciones
ferroviarias arrendadas al efecto.
También había 2 mil toneladas en la
sucursal del paraje “El Lucero”, sobre ruta 75.
Numerosos eran los rubros que atendía
la entidad, con servicios para socios y productores en general.
Operaba en cereales, seguros,
semillas, autoservicio, ferretería, repuestos, maquinaria agrícola, carnicería,
hacienda, combustibles, corralón y veterinaria.
Esta última sección estuvo a cargo del
doctor Néstor Muda, mientras que en el sector agronómico actuaba como asesora
la ingeniera Amelia Mestelán.
En determinado momento se percibió la
necesidad de contar con transporte propio, por lo que también se contó con
camiones para el traslado de la producción de cereales y oleaginosas.
En 1979 se iniciaron trabajos de
mejoramiento en el edificio-hoy prácticamente abandonado-, el sector de
balanza, etc mientras que se evaluaba la posibilidad de incorporar la
comercialización de lana, lo que por entonces parecía reactualizarse, como así
la inclusión de un laboratorio de análisis.
En la memoria de la entidad
correspondiente al período 1976/77 se comercializaron
En la fecha que hemos tomado de
referencia para plasmar estos datos, el consejo de administración estaba
integrado de la siguiente manera:
Presidente: Francisco Cervetti
Vicepresidente: Denis Amado
Secretario: Raúl Calbete
Tesorero: Humberto Groenenberg
Vocales titulares: Valentín Duvancel,
Aldo Goicoechea, Horacio Pita, Darío Fernández, y Roberto Trentini.
Vocales suplentes: Adrián Cabane, José
Escujuri, y Roberto Pugliese.
Síndico titular: Rubén Cotabarren
Síndico suplente: Mario Weber.
En ese momento la cooperativa contaba
con 222 socios, pero sin dudas prestaba servicios a toda la población de la
localidad.
En ese tiempo actuaba como gerente
Gerardo Verkuyl, quien también tendría su paso por otras empresas vinculadas
con el sector agropecuario y finalmente formó su propia organización denominada
Quila Co. En todas sus gestiones tuvo los mismos resultados.
Posteriormente dejó Tres Arroyos, pero
es interesante recordar su voz cuando hablaba de temas de su especialidad, es
decir la comercialización de cereales y oleaginosas.
El señor Arnoldo
Zijlstra tuvo una dilatada trayectoria al frente de
Promediaba la década
del 70 cuando fue entrevistado en ocasión de la celebración anual cooperativa,
ocasión en que hizo referencia a la creación de la entidad y también hablaba de
la realidad de la institución en ese momento. Y esto decía:
Entrevista realizada por Mabel Santos para su programa de radio
“Quiero adelantarles la historia de vida de don
Umberto Menna, nuestro entrevistado de hoy.
Nació en un pueblo de
Italia. Como todo joven, al cumplir los 18 años fue llamado para hacer el
servicio militar. Fue destinado al Regimiento Alpino, obviamente en zona
montañosa.
Ya se había
desencadenado
En esa ocasión
fue recogido por una familia de polacos
que lo contuvo durante aproximadamente 6 meses.
Cuenta don Umberto
que el trato que le prodigaba esta familia era muy especial, cobijándolo como
un hijo. Precisamente un hijo había sido arrebatado por la guerra.
Llegó un momento en
que la familia no pudo ocultarlo más, cayendo prisionero de los rusos. Así, lo
llevaron a la parte oriental de Alemania donde permanecieron durante dos años y
medio realizando duras tareas, entre ellas el desmontaje de galpones y otras
estructuras que luego los rusos se llevaban en barcos.
Cuenta el
entrevistado que el trato era igual o peor que el de los alemanes. Mucho
trabajo durante el día, escasez de alimentos que se suministraban una sola vez
por jornada y consistía en una especie de caldo de mala calidad y pan negro.
El contacto con la
familia era casi inexistente, pero llegó el término de la confrontación.
Los rusos se veían
imposibilitados de seguir manteniendo a tanta cantidad de prisioneros. Don Umberto
estima serían unos 30 mil hombres de distintas nacionalidades.
Llegó el momento del
retorno a casa, pero ni siquiera el regreso fue sencillo ni digno. Se los
trasladaba en vagones con pisos cubiertos de cal y cemento, restos de cargas
anteriores. Esto hacía que nubes de polvo invadieran el espacio. Cuatro o cinco
días de penoso viaje.
No se los dejaba
descender, trabando las puertas por fuera y la única comida que recibían era
una feta de tocino y un trozo de pan de centeno.
Los prisioneros iban
descendiendo de pueblo en pueblo.
Umberto Menna contó
que al llegar al suyo esperó la noche para entrar pues tenía vergüenza de su
traza, derruida y sucia.
Por fin llegó a su
casa. Su madre no lo reconocía pues se hallaba muy deteriorado y sólo pesaba 45
kilos.”
-
Hasta aquí el texto
escrito por Mabel quien recogió el testimonio de Menna. La grabación, sin
embargo, no pudo ser encontrada por lo que no se puede completar adecuadamente
la nota. De todas maneras es una forma más de recoger parte de aquellas tristes
experiencias. Al momento de este testimonio, Umberto Menna ya llevaba más de 40
años radicado en